Julio es el mes de las ausencias por definición.
Bautizado así por el emperador Marco Antonio a la muerte del César –y por supuesto en su honor-, el séptimo mes, donde en cierto modo el año declara su mayoría de edad, se ofrece como escenario inmejorable de los ritos propiciatorios que renovadamente han de conducir la vida hacia adelante. O quizá simplemente en el sentido del tiempo, pero el hecho es que –y en esto la presencia de la lluvia es factor decisivo- en julio se lava la vida a la manera de lo que Walter Benjamín ha dicho sobre la finalidad de las caricias: “hacer que no haya sucedido lo sucedido".
Fragmento del texto "Ausencias de julio", escrito por Leonardo Tenorio, para la exposición "Ausencias de julio" de Capricho Casas
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